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Probamos el Subaru BRZ, sinónimo de disfrute puro y duro, que ahora es aún mejor

La oferta de pequeños, ágiles y ligeros coupés pensados para divertirse no es precisamente boyante en nuestro mercado, pero hay algunos ejemplos. El dúo formado por los Toyota GT86 y Subaru BRZ es quizá uno de los mejores, pero también el más desconocido. Llaman la atención y atraen muchas miradas, pero la mayoría de gente -quemados aparte- ni siquiera saben qué coches son.

Subaru BRZ 2017, prueba

Esta es una de las conclusiones que hemos sacado estos últimos días al volante del renovado Subaru BRZ, y sus cifras de ventas durante el pasado año 2016 (17 unidades) corroboran nuestra impresión de que es un gran desconocido. Y no acabamos de entender por qué, ya que argumentos no le faltan. ¿Es el precio su talón de aquiles? En cualquier caso, veámoslo en profundidad.

Desde que probé por primera vez el Subaru BRZ, hace exactamente cinco años, su enfoque me cautivó. No es un coche especialmente práctico, estéticamente puede gustarte o no -la trasera puede ser algo controvertida-, su motor no es el más prestacional ni el que mejor suena del mercado, pero sus dimensiones, ajustado peso y su puesta a punto hacen de él un coche para disfrutar. Ahora, con la renovación del modelo de cara a 2017, todas sus aptitudes se han reforzado.

Subaru BRZ 2017, prueba

Subaru BRZ 2017, prueba

Que el BRZ llama la atención allá por donde pasa es indiscutible. Puede que el común de los mortales no lo conozca y no sepa realmente qué coche es el que tiene delante, pero su deportiva silueta lo convierte en blanco de todas las miradas. Apenas hacen falta unos kilómetros al volante para darte cuenta de que te miran como si llevaras algo muy exótico. Y lo es.

Personalmente me gusta mucho el diseño frontal de este Subaru, con unos interesantes faros LED cuya firma lumínica (la de las luces de marcha diurna) resulta atractiva. Bajito, pero en su justa medida (pasa bien badenes y no roza en ningún sitio), también es llamativo en la vista de perfil, con llantas que siguen siendo de 17 pulgadas, aunque quizá sea la trasera lo que más indiferente me deja. Tiene cierto aire 'tuning' que no acaba de convencerme (los prominentes pilotos o los grandes embellecedores de las colas de escape contribuyen a esto), aunque el nuevo spoiler sobre la tapa del maletero parece mejor resuelto que antes.

El habitáculo en configuración 2+2 es sencillo pero de aspecto seductor. El volante tiene un tamaño ideal (y ahora es multifunción), el cuadro es de nuevo diseño y hay muchas superficies recubiertas de cuero y plásticos gomosos en el salpicadero, así como una tapicería mixta de cuero y alcántara (en acabado Executive) que resulta muy agradable.

El BRZ 2017 estrena un sistema multimedia con pantalla a color de 6,2 pulgadas que deja un poco que desear, tanto por aspecto como por las escasas opciones (al menos tiene conectividad Bluetooth con función de audio en streaming y tomas USB y auxiliar) o la ausencia de navegador, que no está disponible ni siquiera en opción. Bien es cierto que puede que esto importe más bien poco, porque el coche está pensado para conducir y no para perder el tiempo buceando en menús.

Subaru BRZ 2017, prueba

El nuevo cuadro de mandos cuenta con un display digital que muestra información relevante como temperaturas de agua y aceite, voltaje de la batería, datos del ordenador de a bordo (consumos, autonomía, velocidad media, odómetro total y parcial...), mensajes del vehículo e incluso cuenta con un medidor de fuerzas G o un cronómetro para tomar tiempos en circuito.

Mientras pienso si este interior está a la altura de un coche que parte de 29.650 euros (31.150 euros con este acabado), descubro que la postura de conducción es ideal. El asiento queda relativamente bajo -no le haría ascos a que bajara un pelín más-, la palanca de cambios es corta y está bien posicionada, la disposición de los pedales es perfecta para el punta-tacón, el volante se ajusta en altura y profundidad, y la visibilidad es buena hacia delante, entre otras cosas.

¿Y las plazas traseras? Siento decirte que lo de 2+2 es un decir porque, aunque efectivamente hay dos asientos detrás, el espacio para las piernas con dos adultos sentados en los asientos frontales es prácticamente inexistente. Te pueden sacar de un aprieto si fuera necesario e incluso podrían viajar niños con cierta comodidad, pero no son plazas demasiado utilizables, la verdad.

Desde el lanzamiento de la parejita Toyobaru mucho se ha hablado sobre su motor 2.0 litros bóxer de cuatro cilindros y la posibilidad de equipar un turbocompresor, ya que a algunos se les quedaba corto este propulsor atmosférico de 200 CV a 7.000 RPM. Subaru ha realizado cambios en el bloque, árbol de levas, cigüeñal y colector de escape, entre otros, aunque sus cifras se mantienen.

Es cierto que este bóxer no es especialmente brillante a bajas vueltas, aunque no se mueve mal para una conducción tranquila. Lo que falta es explosividad a bajo y medio régimen, ya que da lo mejor de sí en la zona alta del cuentavueltas, a partir de 4.500 RPM y sobre todo por encima de las 5.500 vueltas y casi hasta el limitador, en 7.500 RPM. Además, la inmediata respuesta del acelerador cuando el motor gira al régimen adecuado es estupenda.

Pero esto, según se mire, puede ser un punto a favor para el coche, sobre todo si lo que buscas es disfrute al volante, ya que cuando exploras la zona alta del cuentarrevoluciones es cuando el coche se siente más vivo. Y oye, tiene su gracia tener que trabajar y estar pendiente de llevar el motor en el régimen adecuado si lo que quieres realmente es exprimir al máximo las prestaciones del coche.

Subaru BRZ 2017, prueba

Así pues, yo no lo encuentro falto de potencia. Simplemente estamos acostumbrados a que los motores turbo nos ofrezcan toda su furia casi en cualquier momento, a golpe de zapatazo, y en el BRZ has de encontrar esa zona dulce del motor en la que, desde luego, fuerza no le falta. Esta es precisamente la esencia de un coche que hace falta llevar alto de vueltas si quieres ir realmente rápido. No es un coche fulminante, ni te impresiona por su capacidad de empuje, pero si juegas en el rango de vueltas en el que hay que jugar, no te dejará indiferente.

Sentado en esa postura ideal que ya hemos comentado, arrancas el motor bóxer y lo primero que te llama la atención es que vibra un poquito al ralentí. Importa poco, porque en cuanto te pones en marcha tus sentidos cambian de objetivo y se pasan al sonido y al tacto del motor. Suena 'gordote', sobre todo desde fuera, pero no es un sonido que llegue a enamorar. Al subir de vueltas la cosa mejora, pero sigue sin ser una melodía especialmente evocativa. Además, Subaru afirma haber mejorado la insonorización del habitáculo, aunque sigue llegando algo de ruido aerodinámico.

Lo bueno llega en cuanto afrontas una curva y se hace evidente que la dirección es precisa y suficientemente rápida, tiene el peso adecuado y permite guiar el coche de manera minuciosa, sin que el tren delantero llegue a rechistar. Además, la suspensión se ha revisado y los amortiguadores son firmes pero no incómodos, salvo en asfaltos muy rotos donde el coche rebota en exceso.

La caja de cambios manual (hay una automática, pero no le veo mucho sentido en un coche así) tiene recorridos cortos y un tacto mecánico agradable, que junto a lo corto de la palanca hacen que te apetezca cambiar de marcha con asiduidad, aunque el motor no piense lo mismo, porque las marchas se hacen bastante largas ya que se pueden estirar mucho y, si no vas en una relación excesivamente larga es viable mantener la misma marcha en trayectos urbanos o en carreteras secundarias. De nuevo, hay fuerza para moverse pero no explosividad para salir escopetado.

En general, el BRZ parece más ágil y divertido que antes, quizá porque su eje trasero da un poco más de juego y se muestra más predispuesto a moverse. Los neumáticos son los mismos 215/45 R17, que se ven algo estrechos en un coche de este tipo, pero que ofrecen agarre suficiente como para divertirse en casi cualquier situación, y la posibilidad de perder adherencia con igual facilidad.

Subaru BRZ 2017, prueba

Es cierto que con los controles conectados el ESP mantiene la zaga a raya de manera contundente, aunque si activamos el nuevo modo Track, que permite deslizar bastante las ruedas traseras pero mantiene el ESP como última red de seguridad -que también es desconectable por completo-, es fácil descolocar el tren trasero en cualquier apoyo con algo de gas. Y el coche lo hace fácil, ya que sus reacciones son previsibles y bastante nobles.

Con 1.318 kilogramos de peso según ficha técnica, no es un coche tan ligero como un Mazda MX-5 o un Fiat 124 Spider (de hecho pesa unos 200 kilogramos más), pero al volante sí se muestra liviano y bastante raudo en los cambios de dirección. Otra ventaja es que no es tan sediento como podría parecer. Durante más de 700 kilómetros de todo tipo de uso, aunque por carreteras secundarias en su mayoría, el ordenador marcó un consumo final de 8,2 litros a los cien kilómetros (homologa 7,8 litros en ciclo mixto). Nada mal.

Puede que no sea el coche ideal para viajar, ni para hacer la compra, ni para llevar a los niños al colegio, pero es muy bueno en lo suyo, que no es otra cosa que hacer disfrutar al conductor. Por supuesto, tiene sus puntos débiles, y para conseguir su agilidad y gran tacto obliga a renunciar a otras cosas, como la comodidad de marcha en asfaltos descuidados, la habitabilidad interior (las plazas traseras son casi de adorno) o un maletero no demasiado generoso.

Si todos estos aspectos te importan poco, el desconocido BRZ es un gran compañero de viaje (y este 2017, aún mejor), gracias al nivel de disfrute que puede llegar a ofrecer, a lo fácil que te pone las cosas, al tacto de su motor (que no es una bomba pero sí tiene mala leche en el último tramo del cuentarrevoluciones) y su caja de cambios manual. Que siga habiendo coches como éste, que mantienen la esencia de la 'vieja escuela', nos encanta.

Subaru BRZ 2017, prueba

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